Una vida a base de dietas
Mi experiencia en el mundo de la nutrición y el deporte.
Mi nombre es Jesús Javier Díaz Rico y nací en Málaga en enero de 1973. De pequeño, según cuenta mi familia, era muy malo para comer, motivo por el que mis padres llegaban a desesperarse conmigo.
Mi madre me ponía en la mesa hasta cuatro platos de comidas diferentes para comer. Como no tenía apetito, llegué a tomar (siempre bajo prescripción médica) una gran cantidad de medicamentos y vitaminas con tan solo un año de edad. Por este motivo, mantuve una complexión delgada hasta los cuatro años aproximadamente y a partir de los cinco años empecé a comer todo tipo de alimentos, como dulces, pasteles, bocadillos de todo tipo, frutos secos, etc.
Todo esto junto a la comida habitual, pasé de estar delgado a coger tanto peso hasta llegar a ser obseso con tan solo 12 años. En plena adolescencia, empecé a notar el rechazo de las chicas y nunca conseguía mantener una amistad más íntima con ninguna.
En ese momento fue cuando me propuse visitar a un profesional, un nutricionista, además de apuntarme por primera vez a un gimnasio profesional. Todo era nuevo. Comencé una dieta por primera vez que se llamaba “peso perfecto”. Gracias a estos cambios en mí día a día, conseguí recuperar mi fisiología normal y mantenerla hasta los 18 años.
Cabe destacar que, más que la dieta, fue el deporte el que me mantuvo en mi peso normal durante tantos años, el fisicoculturismo en concreto. Pero mi obsesión por ganar masa muscular me llevó a ganar más kilos sin control, hasta llegar al sobrepeso.
Esto fue a causa de la mala información que recibía desde las empresas responsables de la venta de suplementos alimenticios y otros productos por el estilo. Industrias que ganan dinero fácil a costa de las ilusiones de los consumidores incautos como lo fui yo.
«Después de darme cuenta de esta última reflexión fue cuando entré en el mundo de las dietas de una forma más seria».
En mi caso se podría decir que he estado toda la vida con una dieta. Durante este pesado y fatigoso camino, he visto, oído y probado de todo, además de pasar por todo tipo de especialistas como endocrinos, dietistas y naturalistas, entre otros.
La primera dieta gestionada por un culturista profesional de mi ciudad que resultó efectiva fue insulsa y sin sabor: 90% de proteínas 10% de carbohidratos y un 0% de grasa. Comidas secas, sin apenas variedad de alimentos y con alimentos, como el aceite, prohibidos. Eso sí, perdí 52 kilos en seis meses. Una pasada… ¡Imaginaos el cambio!
Me quedé estancado en el peso, pero me encontraba fuerte y tonificado. No obstante, aún tenía mucha grasa. Fue entonces cuando me puse en manos del que fue mi primer maestro de la alimentación, un nutricionista titulado que se dedicaba a preparar a sus clientes para competir en culturismo.
Siguiendo sus instrucciones y a base de mucho esfuerzo físico, y algunos pequeños cambios en la dieta, logré bajar tres kilos más. Esta vez, utilicé algunos complementos como aminoácidos y quemadores de grasa como la L-Carnitína.
“Me quedé en 70 kilos y todavía seguía manteniendo bastante grasa, ya no podía bajar más, era imposible”.
Mi trabajo y las atenciones que le debía a mi familia hacían que no tuviese demasiado tiempo para dedicarle a mi cuerpo. Esto desencadenó, una vez más, en recuperar de nuevo los kilos que había perdido llegando hasta los cien.
Esto es la cruda realidad, una vez que deja uno de hacer dieta y no hacer deporte, si la persona es propensa a engordar, ya está todo hecho y dicho.
Aburrido y desesperado fui a unos cuantos endocrinos privados, a ver si daban como se suele decir con la “tecla”.
Uno de ellos me habló francamente y me dijo que la única solución a mi problema era hacer una dieta hipo-calórica, es decir, comer menos y hacer deporte.
Un dato importante que me comentó en confianza fue: que no existía ningún producto o fármaco que consiguiera hacer perder peso comiendo todo lo que quisiera.
El Prozac y el Reductil, por ejemplo, es un medicamento peligroso sin un control exhaustivo ya que puede provocar un episodio maníaco en pacientes con trastorno bipolar. Como conclusión, me recomendó que: “llevara una vida equilibrada y que hiciera deporte”.
Otro endocrino, más directo, me dijo: “una persona no puede estar toda la vida con unadieta”, es imposible controlar tu peso en el sentido natural.
Por ello no recomiendo hacer una dieta. ¡Sí!, ¡sí!, no hacer dieta.
“Pésate una vez a la semana, apúntate a un gimnasio o practica un deporte que te guste”.
Esta es la única fórmula que hay. En conclusión que uno tiene que quemar las calorías que ingiere, si no engorda. Otra cosa más que todo el mundo sabe. ¡Pero es la verdad!. Este es un camino a seguir.
Cuatro compañeros y yo probamos una misma dieta. Discrepamos en ciertos aspectos básicos de la dieta, pero llegamos a la conclusión de que los objetivos siempre suelen ser los mismos: la perdida de kilos, cómo mantenerse sin volver a recuperarlos, cómo tomar uno o ningún producto, cómo aceptar o rechazar ciertos alimentos y bebidas, etc.
Mi experiencia me ha hecho investigar profundamente en estos principios y conseguir así un método definitivo, tanto para la alimentación como para el deporte. A estos Métodos los he denominado «El Método de la Reconducción Alimenticia® y el FullMetalBox®».